CULTORES EN GUARENAS: LA AMBIGÜEDAD DEL APOYO

Las tradiciones y festividades forman parte importante del carácter de una población. Estas mismas se encuentran protegidas para evitar la pérdida de identidad, pero cuando el Estado no responde a esta responsabilidad, las personas encargadas de preservar sus raíces deben encontrar otras maneras

Venezuela es un país muy rico culturalmente. Tradiciones con un origen un tanto oscuro, pero que hoy en día forman parte de lo que caracteriza a un venezolano. La variedad de costumbres es tan amplia como la cantidad de localidades que existen dentro de nuestro territorio. En el caso de Guarenas, ciudad mirandina fundada el 14 de febrero de 1621, ubicada a 37 km al este de la capital, las tradiciones forman parte fundamental de su identidad como ciudad y de su población. Teniendo festividades como la parranda de San Pedro —nombrada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco—, la de San Juan, la viejita o velorio de la Cruz de Mayo; incluyendo un gran número de comidas propias como el Tere-tere o los dulces artesanales; se espera que los cultores, quienes se encargan de mantener, esparcir y preservar el folclore, sean permanentemente apoyados por el Estado para la realización de sus proyectos artísticos en pro de la comunidad y del cuidado de sus costumbres como lo establece la ley. Pero muchas veces la realidad fuera del papel nos demuestra lo contrario.

El amor por el arte y las tradiciones

La Ley orgánica de la cultura establece que un cultor o cultora es “toda persona natural que asumiendo la condición de creador o creadora en comunidad, trabaja según las particularidades de su oficio, labor y quehacer cultural en el sostenimiento y desarrollo de alguna manifestación cultural o en la producción de bienes y servicios culturales…”. Son personas dedicadas profundamente a la realización y preservación de nuestras tradiciones, lo que nos representa como pobladores de una localidad. Un trabajo honesto y lleno de amor por el arte. En ese caso, Noreida Flores, cultora, dramaturga, escritora y profesora, se identifica ampliamente con el término y con la labor de un cultor. Desde su puesto como profesora en el Colegio CEPA y junto a su grupo de teatro, el Grupo Fénix, ella se preocupa por transmitirle a los más jóvenes el sentido de pertenencia y el amor por su tierra y costumbres que a ella fue cultivando desde jóven.

A la izquierda, Dir. Agustín Vallenilla; a la derecha,Prof. Noreida Flores

Por otro lado, el director de teatro y profesor, Agustín Vallenilla, encargado principal del Vía crucis viviente de Guarenas que se realiza en el Parque Trapichito, y que fue declarado patrimonio cultural inmaterial del municipio Ambrosio Plaza en 2022, también habla de su labor como artista que quiere conservar algo “tan valioso” como lo son sus tradiciones y la herencia de grandes maestros como el creador de la obra, Jesús Eduardo Espinoza León hace 38 años. No obstante también habla acerca de trabajar auto gestionados y de manera independiente por no recibir los recursos necesarios por parte de la alcaldía. “Es bastante forzado lo que tenemos que hacer para llevar a cabo nuestros objetivos. Y evidentemente nos gusta porque estamos empeñados en hacerlo”, reitera.

Esto contrasta con lo escrito en el artículo 99 de la Constitución de 1999:

Los valores de la cultura constituyen un bien irrenunciable del pueblo venezolano y un derecho fundamental que el Estado fomentará y garantizará, procurando las condiciones, instrumentos legales, medios y presupuestos necesarios… garantizará la protección y preservación, enriquecimiento, conservación y restauración del patrimonio cultural, tangible e intangible, y la memoria histórica de la Nación….

 En esa misma línea, la profesora Flores, a pesar de haber presentado sus obras en varias partes del país o fuera de él, también comenta que en su ciudad natal muchas de sus obras las presenta en “tascas y restaurantes”, al  no tener un espacio propicio para el montaje de estas producciones.” Esto se puede comprobar con la situación del Teatro Armando Urbina, centro artístico que sirvió como lugar de encuentro para muchas manifestaciones culturales y de otras índoles. El lugar tiene más de 10 años en un estado de desidia y por el cual no se han pronunciado desde septiembre del 2022, año en el cual se destinaron 650.000 dólares para una recuperación que lleva en “acción” desde 2014. “Ya vamos para otro 14 de febrero sin respuesta”, recuerda.

Fuente: Radio mundial

“En la actualidad solo nos mantenemos haciendo estos montajes porque los comerciantes de la zona nos apoyan en lo que pueden. No podemos seguir esperando por una ayuda que puede que no llegue”, rescata Flores, quien señala el apoyo constante de negocios como Vivero las tres Jotas, mencionando algunos de los que recuerda.

La otra versión

Al preguntar sobre cómo funciona la división de presupuesto para las actividades culturales de la zona, la fiscal patrimonial (sea lo que sea eso), Davxys Zapata, comenta que todos los años se realiza un POA (Plan Operativa Anual) donde se describen las actividades pensadas para ser realizadas durante el año y de esta forma ir separando los presupuestos por trimestres. Asegura también que aunque en varias ocasiones el importe no es lo estimado, ellos mismos ponen de su parte para llevar a cabo las actuaciones, con tal de contribuir como comunidad a las celebraciones. “Uno lleva alguna pega blanca, otro pone un alambre o papel crepé que le sobre en casa, y así vamos colaborando”, repasa. Esto, según su declaración, forma parte de las responsabilidades que tienen como comunidad para fomentar el empoderamiento comunitario regido por la Ley Orgánica de Consejos Comunales.

El director de cultura, Edgar Carmona, hace hincapié en el constante esfuerzo que hace para poder mantener en movimiento la cultura en su ciudad natal, “yo estoy visionando a la cultura como auto sustentable, pero tributando a los espacios (municipio)”, cuenta con confianza. “Por ejemplo, hay un muchacho que da clases de dibujo en la Casa cultural, no tiene un sueldo, pero de las colaboraciones que recibe de los participantes, con eso saca para los materiales, para el pasaje. Se benefician tanto la comunidad como el facilitador”, relata. La situación no dista mucho de la falta de apoyo directo del Estado para sus colaboradores.

  Desde la creación de un Bono a los cultores, como la realización de la primera jornada de salud dirigida al sector cultural el año pasado, ciertamente ha habido algunos puntos positivos y funcionales durante su gestión. No obstante, por ejemplo, la profesora Flores destaca que la llegada del bono es una cuestión de “suerte”: “Algunos cultores lo recibimos, pero no a todos les llega. Sí, es una ayuda, pero no tenemos seguro social, por ejemplo”.

“El cultor se dice cultor si el gobierno le paga, sino, ellos son independientes y hacen lo que quieran”, comenta sobre el tema de los pagos. “Esos bonos se convierten en inversión cuando esos cultores empiezan a tributar para el Estado”. También asegura que lleva una buena relación con los cultores “serios” del municipio.

Estos se ponen en duda viendo todos los proyectos en retraso que se van sumando: el teatro Armando Urbina, la entrega de presupuestos incompletos, el escaso financiamiento para proyectos culturales más allá de las personas adeptas al lineamiento político, combinado con las otras necesidades fuera de lo cultural que posee el municipio Plaza. Cada uno de estos obstáculos deja la incertidumbre de si alguna vez se podrá mantener de manera digna el sector cultural en Guarenas.

Incluso Argenis González, promotor cultural de la zona, y encargado de la página Curiosidades del Teatro Studio, quien ha trabajado de cerca con todos los cultores y las actividades de la zona, a su corta edad puede evidenciar que la ayuda es necesaria para lograr que la cultura tenga un nuevo valor dentro de la población: “Si necesitan más apoyo. Bien es sabido que el sector cultural ha estado alejado desde hace mucho tiempo y no se le da la importancia que amerita”.

Por lo que, en muchas otros sectores, el futuro es incierto en cuanto a si podrán mejorar o no su situación. Solo el tiempo determinará si las localidades, como la de Guarenas, lograrán en algún momento revivir y enaltecer las tradiciones y festividades que tanto las hacen sentir vivas.

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